viernes, 18 de diciembre de 2009

AUTOPROTECCIÓN



AUTOPROTECCIÓN




Para introducir el término, diremos que Autoprotección se puede definir, de modo muy general, como todas aquellas medidas preventivas a adoptar por todos los sectores sociales y a todos los niveles, para asegurar una reducción o desaparición de las consecuencias violentas que se pueden generar en el tipo de conflicto sobre el que trabaja Protección Civil.



El profesor Mario López Martínez, director del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada; en su análisis de la tipología de conflictos, establece una relación de la diversa naturaleza de estos, según su origen, métodos de resolución etc., y viene a convenir en la existencia de un conflicto de “Baja intensidad” el cual afecta al hombre por el mero hecho de existir, presente en nuestra vida diaria. Sería lo que en términos de Protección Civil se le puede denominar como «Riesgo».



Así, encontramos un tipo de conflicto cuya presencia es perenne y que no por denominarse de Baja Intensidad no va a ser menos grave que muchos otros, puesto que un conflicto de esta índole puede producir, si no es atendido a tiempo, situaciones muy claras de violencia directa, incluso de violencia estructural. Un ejemplo de esto último son la presencia de zonas residenciales pobres frente a áreas mejor urbanizadas y de alto estatus que aparecen mejor diseñadas para soportar cualquier conflicto inherente a nuestro devenir diario, y cuya resolución afectará a nuestra vida en lo más cotidiano en cuanto a un desarrollo en un ambiente de seguridad personal y capacitación para desarrollar nuestros proyectos, rutinas etc. Su mala resolución es lo que produce la situación de violencia directa y personal hacia la población, que se verá sometida a efectos negativos en su desarrollo, pudiendo afectar incluso a la vida humana, a sus bienes y al medio ambiente.



Estos conflictos, además, tienen otro gran inconveniente, y es su variada génesis, lo cual se hace necesaria cierta catalogación para reconocer las posibles soluciones a adoptar; ya que aunque muchos de ellos se tengan controlados, con el desarrollo humano aparecen nuevas formas de conflicto a las cuales hemos de dar respuesta. La gran división inicial indica cual es el origen de esos conflictos y podemos dividirlos en:

1 – Antrópicos
2 – Naturales
3 – Tecnológicos


Los primeros (Antrópicos) indican aquellos conflictos cuyo origen directo es el hombre y son los que afectan más directamente a él (tráfico, cuestiones de la vida diaria, trabajo etc.), son elementos frente a los cuales hay que adoptar soluciones, en muchos casos personales para dar respuesta apropiada y evitar situaciones de violencia.



Los Naturales son conflictos que afectan siempre en la historia del planeta, y son fenómenos que podemos predecir y mitigar, pero en cuyo origen no influimos (al menos teóricamente): lluvias, vientos, nieves, terremotos, volcanes etc.



Los terceros (Tecnológicos) son los conflictos de más reciente génesis y cuya complicación radica no sólo en su complejidad, sino en que afectan a los otros dos factores, y son aquellos que se han generado por la acción humana, por su afán desarrollista, imponiéndose a la lógica natural del desarrollo; son aquellos conflictos que surgen por el uso de materiales contaminantes, energías no renovables, tecnología nuclear etc., y que generan elementos como la polución, nuevas enfermedades etc., y van muy unidos a grandes desastres naturales.



Para dar una respuesta que suponga una resolución pacífica de este tipo de conflictos, y que sea parte de la cultura de la Noviolencia, es por lo que se crean las agrupaciones de Protección Civil, que va a trabajar para anticiparse a las consecuencias de cualquier incidente de los que hemos descrito. De este modo, para dar una respuesta apropiada se basa en los siguientes elementos:



1 – Previsión
2 – Prevención
3 – Planificación

Serían tres elementos fundamentales muy importantes y necesarios para conseguir la reducción del conflicto, incluso evitando la aparición de formas de cualquier forma de violencia. Esto va unido a la Intervención y la Rehabilitación, elementos de acción que se han de producir durante y después de la evolución del conflicto.



De este modo damos respuestas apropiadas a todos estos conflictos. Sin embargo, ¿quién debe dársela? Evidentemente desde la misma Constitución, en sus diversos artículos, sobre todo el que consagra el derecho a la vida y a la integridad física de las personas, otorgando a los poderes públicos la correspondencia a adoptar las medidas oportunas para tal fin. Esto también se recoge en las leyes que se desprenden de la Constitución Bolivariana sobre esa incluyendo la de Protección Civil es que «Protección Civil somos todos», esto no viene sino a indicar que, en cualquiera de los puntos de acción todos debemos dar esa respuesta apropiada, tenemos el derecho y el deber de estar formados (de aquí el nacimiento de las Agrupaciones de Voluntarios de Protección Civil) y tomar las medidas oportunas para garantizar la nuestra seguridad y de los demás, desde el ámbito más particular de nuestra vida, hasta en nuestro ámbito colectivo (trabajo, barrio, comunidad...)



Desde distintos ámbitos y actividades se pueden generar situaciones capaces de producir daños sobre las personas, los bienes o el medio ambiente. Como respuesta ante ello, la sociedad necesita establecer formas de protección que estén acordes con las necesidades y que le permitan desarrollarse con mayores niveles de seguridad y bienestar.



De este modo la protección ante estos posibles riesgos o conflictos se sitúa en una doble perspectiva: desde la responsabilidad de las administraciones públicas y desde la participación de la población. Será desde este segundo aspecto, el dirigido a la incorporación de todos los ciudadanos, a través de colectivos o individualmente, donde se desarrolla el término de la Autoprotección.



La Autoprotección, en un amplio sentido, se puede definir como aquellas formas de conocimientos, aptitudes y hábitos que permiten al ciudadano, tanto a título individual como a través de grupos sociales, actuar adecuadamente para evitar o mitigar posibles daños sobre la vida o los bienes.



Cualquier planteamiento que se haga sobre la materia de la Protección Civil debe partir de la base de que, para garantizar la seguridad, es preciso contar con ciudadanos que posean una preparación que les permita defenderse y colaborar. Es el modo de dar una respuesta concreta y noviolenta, al conflicto que se desarrolla.



En este sentido, hay que señalar que la Autoprotección es una obligación de aquellos que generan riesgos. Así, las instalaciones o actividades que son generadoras de riesgos deben adoptar medidas dirigidas a su reducción o control. Del mismo modo, aquellas otras instalaciones que sean susceptibles de sufrir daños, especialmente por la concentración de personas, deben establecer medios y procedimientos que las hagan más seguras y aumenten su capacidad de respuesta inmediata a posibles accidentes.



No es esto una tarea simple ni que pueda improvisarse, sino que para alcanzar con eficacia la seguridad buscada, es preciso planificar cada una de las actuaciones (planes de autoprotección): evaluar el conflicto y las consecuencias posibles, establecer qué medidas preventivas se pueden tomar y definir qué hacer en caso de que se produzca el accidente. Además, es muy importante la relación de ejercicios y simulacros de accidentes, lo que permitirá detectar si hay defectos en las actuaciones previstas y, sobre todo, crear un automatismo en las respuestas. En estos simulacros podemos y debemos participar todos de un modo proporcional a lo que se necesita, para conseguir la mejor articulación de todos en caso de necesidad.



En definitiva, la Autoprotección trata de lograr el entendimiento y la participación de toda la población en las tareas propias de Protección Civil, desde la colaboración y la solidaridad.


Es un derecho, pero a su vez una obligación de asumir la responsabilidad de prevenir y mitigar posibles daños. La Autoprotección es un derecho a estar capacitado para autodefenderse, pero es también una obligación de asumir la responsabilidad de prevenir y mitigar posibles daños que se deriven de nuestras actuaciones, individual o colectivamente.